Por Estefany Rangel
Publicado 3 de may. de 2025
Sara Millerey González Borja
Tras la detención de Juan Camilo Muñoz Gaviria, alias "Teta", por su presunta participación en el asesinato de Sara Millerey González, una mujer trans de 32 años, la Fiscalía General de la Nación reveló nuevos y estremecedores detalles sobre el crimen que ha conmocionado a nivel internacional. Durante una audiencia reservada, se presentaron pruebas clave que vinculan directamente a alias "Teta" con la agresión. Cámaras de seguridad captaron el momento en el que el detenido golpea brutalmente a la víctima en el municipio de Bello, Antioquia. Las autoridades sostienen que estas agresiones fueron las que provocaron la muerte de Sara, cuyo cuerpo fue arrojado posteriormente a una quebrada. La investigación no solo confirmó la participación de "Teta", sino que permitió identificar al menos a otras cuatro personas implicadas en el ataque, elevando a cinco el número de agresores. Dos de ellos ya han sido capturados, mientras que los otros permanecen prófugos. A todos se les imputarán los delitos de homicidio agravado y tortura. El informe forense reveló la magnitud de la violencia: Sara Millerey sufrió más de 30 fracturas en su cuerpo, incluyendo piernas, brazos y costillas. Las lesiones provocaron un choque hipovolémico, resultado de una severa pérdida de sangre, que le causó la muerte. Pese a la brutalidad del crimen, la Fiscalía ha descartado que se trate de un feminicidio agravado, como lo solicitó el abogado de la familia de la víctima. En su lugar, sostiene que el móvil del asesinato estaría relacionado con disputas por control territorial dentro de la estructura criminal "El Mesa", a la que pertenecería alias "Teta". Sin embargo, este enfoque ha generado críticas por parte de activistas y organizaciones defensoras de derechos humanos, que señalan la necesidad de reconocer la violencia sistemática que enfrentan las personas trans en Colombia y en toda la región. Mientras continúan las diligencias para capturar a los demás implicados, el caso de Sara Millerey se convierte en un nuevo llamado urgente para que el sistema judicial no solo castigue con severidad estos crímenes, sino que también los reconozca como parte de una violencia de género estructural.