Por Estefany Rangel
Publicado 15 de abr. de 2025
Miguel Cortés, feminicida de Iztacalco
Apenas unos días antes de su muerte, Miguel Cortés (el presunto feminicida serial de Iztacalco, Ciudad de Mexico) hizo algo tan cruel como perturbador: desde una caseta telefónica en el Reclusorio Norte, marcó a los familiares de las jóvenes que asesinó y se burló de ellos. Según informes, a Fernanda, hermana de María José, su última víctima, le dijo sin titubeos: “No me arrepiento de nada. Lo volvería a hacer”. Tres días después, el asesino murió en un hospital, tras lo que las autoridades reportaron como una “caída” en su celda. Para Cassandra, madre de María José, no fue justicia: fue una burla más. Ella esperaba el juicio con ansias, el momento de ver al agresor de su hija y de ella misma responder ante la ley. Cassandra fue testigo y sobreviviente: llegó a su casa justo cuando Cortés estaba atacando a su hija, y él también la apuñaló. Ella vivió para contar lo que vio. Su hija, de 17 años, no tuvo la misma suerte. El caso de Miguel Cortés sacudió a la Ciudad de México. No solo por el asesinato de María José, sino por lo que encontraron tras su captura: restos humanos en su departamento, diarios con confesiones detalladas, identificaciones de mujeres desaparecidas, celulares, discos y una memoria USB con más pruebas. Se convirtió en uno de los casos más escalofriantes de feminicidio serial en la capital. La muerte de Cortés (reportada como un “paro respiratorio” después de una caída) ha generado una ola de dudas. La abogada de Cassandra, Erendali Trujillo, exige ver la necropsia y confirmar que el cuerpo es realmente suyo. La familia teme que haya fingido su muerte para escapar de la justicia. Además de la exigencia de acceso a la autopsia, Trujillo cuestiona cómo fue posible que un preso vigilado, con múltiples acusaciones graves, tuviera acceso a teléfonos y datos personales de las familias. ¿Fue omisión de las autoridades penitenciarias? ¿Tuvo ayuda desde dentro? Miguel Cortés tenía un perfil psicológico que lo describía como psicópata, narcisista, altamente violento y peligroso. Esa prueba fue desechada por el juez Juventino González Ocote, acusado previamente de negligencia y misoginia en otros casos de feminicidio. Entre las víctimas relacionadas con Cortés están mujeres desaparecidas desde hace más de una década: novias, compañeras de trabajo, mujeres que confiaron en él. Pese a ello, nadie lo detuvo antes del crimen contra María José. La madre de María José y su familia siguen esperando justicia. Y ahora también esperan respuestas sobre la muerte de un asesino que, incluso desde la cárcel, encontró la forma de herirlas una vez más.